¿Por qué elegí el libro “El Juguete Rabioso”?
Le pregunté a mi hermano y a mi cuñada que libro de
Literatura Argentina me recomendaban y ambos coincidieron en ese que lo habían
leído juntos y que iba a poder comentar con ellos.
Jueves 15. Leí el primer capítulo, Los ladrones.
Los personajes del primer capítulo son Silvio, Enrique
Irzubeta, luego se les suma Lucio y forman “El Club de los caballeros de la
media noche” para robar. Llevan un diario de sesiones en el que anotan los proyectos
que van a realizar. El lugar que ocupan es una habitación sucia al fondo de la
casa de Enrique. Tras algunos hurtos, deciden asaltar la biblioteca. Lo
consiguen, llevan los 27 libros a lo de Lucio, pero Enrique decide llevarse un
par consigo, momento para el cuál un policía lo ve y lo persigue sin conseguir
atraparlo. Después de este suceso, Lucio y Silvio deciden suspender las
actividades por un tiempo indeterminado porque no quieren levantar sospechas,
pero Enrique dice que va a continuar así sea sin ellos.
En dos oportunidades le preguntan a Silvio por Enriqueta, él
dice que lo dejó y que no sabe por qué y piensa para sí mismo lo mucho que la
quiso y se pregunta si ella lo habrá querido.
A Silvio lo “inició en los deleites y los afanes de la literatura
bandoleresca un viejo zapatero andaluz” que tenía un comercio con el que
charlaba cuando iba al quiosco a comprar cigarrillos.
Antes de ir a la biblioteca van a un café a ultimar detalles
del asalto y ahí suena el tema “Kiss-me”, Silvio lo describe “en el ambiente
vulgar, la melodía onduló en ritmo trágico y lejano”. Tras la pregunta de Lucio por Enriqueta, él
la piensa “la imagen anudada al langor de los violines me penetró con
violencia. Era un llamado de mi otra voz, a la mirada de su rostro sereno y
dulce. ¡Oh!, cuánto me había extasiado de pena su sonrisa ahora distante”.
El tiempo es distante, Silvio nos cuenta de su pasado todo
el tiempo: “así vivíamos días de sin par emoción”.
Palabras que tuve que buscar: perorar, inepcia, perimida,
anodina, pelafustán, laudable, probidad, ropavejero, verista, tendal, vituperable,
latrocinio, facineroso, marrar, avizorar, cariacontecido, repantigarse,
badulaque, tremebundo, neófito, rocambolesco, truhan, francachela, nimbar,
superciliar, adunar, hiperestesia, perdulario, envarar, adusto, tugurio,
azorar.
Amistad como Orestes y Pílades
Vienes 16 2do cap – Los trabajos y los días De la 47 a la 80
Se mudó a Floresta, dejó de ver a Enrique y a Lucio y la
madre le pidió que trabajara.
Quise saber a qué hacía referencia la “Canción la torre en
guardia” https://www.youtube.com/watch?v=ZYLz20_CW5E
La obra está plagada de reminiscencias a la oleada de inmigrantes europeos
instalados en la capital tras la primera guerra mundial.
Mientras Silvio se sentía inútil, buscaba trabajo y no lo
conseguía y se sentía miserable y desolado, pensé” Todo lo que no soy, me hace
ser lo que soy”. El había elegido no
estudiar y ahora tenía que trabajar y no quería ser lavacopas, pero tampoco
había hecho nada para evitar serlo.
Empieza a trabajar en la librería de Don Gaetano el
napolitano, en lavalle al 800. ¿El antro de trofonio?
Después de una larguísima jornada se fue a dormir a una
litera sin colchón que lo lastimaba junto con un anciano trabajador al que
apodó Dio Fetente. “Voy de mal en peor” – piensa Silvio.
Un amigo de Silvio Astier, Demetrio, le había presentado al
señor Timoteo Souza, quién le dije que le escribiera cartas contándole sobre su
carácter y sobre sí mismo que él le encontraría trabajo. Una tarde en la que
Don Gaetano y María, su mujer, pelean, María le da la tarde libre a Silvio y él
va a lo de el señor Souza quien no lo reconoce y le pide que le deje de mandar
cartas. Silvio se volvió a lo de Don Gaetano aún más apesadumbrado. El mundo lo
desconoce.
Me sorprendió pensar en la calle Lavalle como centro vivo,
elegante, moderno, “eran las siete de la tarde y la calle Lavalle estaba en su
más babilónico esplendor. Los cafés a través de las vidrieras veíanse
abarrotados de consumidores; en los atrios de los teatros y cinamatógrafos
aguardaban desocupados elegantes, y los escaparates de las casas de modas con
sus piernas calzadas de finas medias y suspendidas de brazos niquelados, las
vidrieras de las ortopedias y joyerías mostraban en su opulencia la astucia de
todos esos comerciantes halagando con artículos de malicia la voluptuosidad de
las gentes poderosas de dinero”
La tristeza de Silvio es abrumadora: “un adolescente y una
niña conversaban en la penumbra; de la sala anaranjada partía la melodía de un
piano. Pensé. Pensé que yo nunca sería como ellos… nunca viviría en una casa
hermosa y tendría una novia de la aristocracia. Todo el corazón se me
empequeñeció de envidia y congoja”. (…) Más tristezas y humillaciones: “Cayó
sobre mi una oscuridad cuyo tejido se espesaba lentamente”.
Otro día fue a la calle Charcas al 1600: “extrañas y
singulares son esas lujosas casas de departamentos” a entregar un pedido de
libros. Lo atendió una francesa que quiso darle propina, pero que él rechazó,
entonces la muchacha le dio un beso en la boca breve y cerró la puerta riendo.
Ese recuerdo es “una nostalgia dulce”, “se que si me encontrara otra vez junto
a ella desfallecería de amor”. Está tan necesitado de amor, de una caricia, de
alguien que lo vea.
A mitad del invierno, después de pasar por muchos calvarios,
Silvio ve las brasas en el fuego una noche helada y antes de salir deja que una
caiga encima de los papeles mientras María y Don Gaetano se preocupaban por
salir y cerrar. Al otro día la librería había sido incendiada y Silvio era
libre de alma. Ese siguiente día que llegaron al trabajo a ver la librería
incendiada fue su último día allí.
Palabras que busqué: Tribulación, ensortijado, reciedumbre,
hirsutas, convulsas, trapacero, guarecer, pespuntear, desapacible, chocarrería,
granujería, estulticia, prurito, iniquidades, conturbar.
Sábado 17 3er Capítulo – El juguete rabioso De la 81 a la
112
Rebeca Naidath, una amiga de la madre de Silvio, le enseñó
un aviso en el diario en el que buscaban a alguien que supiera mecánica. Se
presentó en el cuartel de los oficiales después de que hubieran cerrado pero lo
escucharon igual porque habló muy elocuentemente y demostró sus conocimientos
así que lo citaron para que fuera el siguiente día y buscara al capitán Bossi.
Silvio aspira a ser
recordado, no quiere vivir su vida sin dejar una huella: “ Lo que yo quiero es
ser admirado por los demás, elogiado por los demás (…) Ser olvidado cuando
muera, eso sí que es horrible”.
El capitán de la Escuela Militar de Aviación a la cuál
ingresó Astier para trabajar, al ver su potencial le dice: “Usted tiene
condiciones innegables, pero estudie, usted cree que porque piensa lo ha hecho
todo y pensar no es nada más que un principio”.
Silvio Drodman Astier
Lo echan de la Escuela Militar a la mañana siguiente por ser
demasiado erudito, “su puesto está en la escuela industrial, aquí no
necesitamos personas inteligentes, sino brutos para el trabajo”. Silvió se
angustió, se sintió inútil al no poder trabajar. “Por momentos los ímpetus de
cólera me envaraban los nervios, quería gritar, luchar a golpes con la cudad
espantosamente sorda… y súbitamente todo se me rompía adentro, todo me
pregonaba a las orejas mi absoluta inutilidad. (…) En ese instante, sobre el
alma, el cuerpo me pesaba como un traje demasiado grande y mojado”.
Sale de ahí y ve un letrero en la calle que anunciaba piezas
amuebladas por un peso. Entra y le dan una habitación con dos camas, se durmió y
lo despertó un muchacho que “vestía irreprochablemente”, “se reconocía en él un
sujeto de abundante dinero”. El muchacho hubiera querido nacer mujer, se vestía
como tal y se le acercó a Silvio para acostarse con él. Silvio lo hubiera hecho
de no ser porque se acordó de una nena que había visto unos años atrás y se
puso a cavilar qué hubiera pensado ella de él en ese momento. Entonces, Silvio lo
echó: “Andate. Andate. Andate, bestia. ¿Qué hiciste de tu vida? … ¿de tu vida?
Bestia, ¿qué hiciste de tu vida?” Y aunque el muchacho se fue, esas preguntas eran
para sí mismo.
Durmió apenas un rato, se levantó sobresaltado, entró en una
lechería, tomó un café y le sobresaltó el pensamiento de todos tenían hogar y
trabajo menos él. Estremecido de odio arrojó la cerilla de su cigarrillo a un
miserable por pura maldad. Fue a la casa de compraventa del Paseo de Julio y
compró un revolver. Se hundió en pensamientos relacionados a vivir en Europa,
conseguir trabajo y demás hasta que resolvió: “tengo que matarme”. Fue a un galpón
y se disparó al corazón. Se despertó en su cama con la madre llorándolo,
preguntándole porqué no le habló antes. Acá pienso que el arma es el juguete
rabioso que ante cualquier enojo desata su furia. Sino, que toda la sociedad es
la que genera la rabia que Silvio y que todos acumulamos por no poder ser como
somos o como queremos ser (como en el caso del muchacho que quería ser mujer a
toda costa) y aprender, estudiar o trabajar de lo que más nos interese y guste.
Palabras que busqué: orlada, etman, chucrut, francmason,
pillastre, cernícalo, desavenencias, badulaque, selenio, galvanómetro, visos, fajina,
hirsuta, alelado, bucólico, lutos, catafalco.
Domingo 18 Judas Iscariote De la 113 a la 154
Silvio empieza a trabajar con Monti vendiendo papel por
Caballito. Un día se encontró con Lucio y este le contó que se había acoplado, “estaba
hecho un dandy”. Lucio le contó que Enrique estaba en la cárcel tras falsificar
un cheque.
Se hace amigo de El Rengo, que era bastante como él, contaba
recuerdos de su niñez que “eran memorias de asaltos y rapiñas, robos en pleno”
junto a otros tres amigos. Las historias del rengo eran “monótonas, oscuras y
sanguinosas”, según Silvio, pero así eran las suyas también. Empieza a verse
reflejado y no le gusta lo que ve.
Una tarde el Rengo va a buscar a Silvio a la casa y le
pregunta si es de confianza, pues tenía “un golpe maestro. Diez mil mangos por
lo menos”. Le dijo de ir a robar a una casa en la que un ingeniero había
guardado esa plata y que le habían facilitado la llave para entrar. Mientras
leía pensaba que Silvio algo iba a hacer, por frases como: “decime, Rengo,
¿tiene sentido esta vida? Trabajamos para comer y comemos para trabajar” (…) “¿Vos
contabas conmigo para este asunto, ¿no?”. Y llegó lo que me esperaba: “¿Y si lo
delatara?”, pensó Silvio.
Finalmente, Silvio se adelanta y lo delata al Rengo,
consiguiendo así ser como Judas Iscariote, quien traicionó a su amigo. Pero ese
ser traidor le da a él un sentido de vida, así pasaría a la historia: “yo vi mi
existencia prolongada entre todos los hombres”.
A partir de su traición, dejó de pensar. Transcendió en la
historia como quién delató a un ladrón y eso le dio un sentido: “Ahora estoy
tranquilo”, “Hay una verdad, sí… y es que yo sé que siempre la vida va a ser
extraordinariamente linda para mí”, “Hay una alegría, una especie de
inconsciencia llena de alegría”.
Palabras que busqué: enjuto hidalgo, seráfico, otario,
escolaza, belfos, acerbos, circunloquios.
Conclusión:
Me gustó la tarea de
tenerme que poner a buscar palabras que no conocía, aunque por momentos fue un
poco engorroso. Había un montón de palabras que no conocía, muchas tienen que
ver con el lumfardo de la época ya que el libro se publicó en 1926.
Pude tener una visión de cómo era la gente que vivía la
gente en 1920. Ilustra a la gente de clase baja como Silvio, el Rnego y otros
(me resultó bastante familiar en muchos aspectos actuales) tanto como a la
gente de clase alta. Muestra la inmigració
que hubo, los españoles, italianos, franceses. Me resultó bastante
complicado querer a Silvio ya que no es el “clásico” héroe de las novelas, por
lo contrario, es un pobre chico que nada le sale bien, que no conseguía ser
feliz en ningún lado, que nadie lo reconocía. Tan desesperado estaba por ser
que hasta que se intentó suicidar y ni eso pudo. Más tarde encontró cómo dejar
su huella a partir de la traición al Rengo que le había ido en confidencia. Igual
genera simpatía, melancolía y tristeza. Es un claro ejemplo de antiheroe.
Muy buen trabajo, ya que desplegás una mirada intensa y clara que logra involucrar y conmover al lector de tu lectura. Sin embargo, se extraña una mirada que profundice un poco más allá de las superficies, que intente recuperar lo estético, que aplique criterios diversos para evaluar una ficción.
ResponderBorrarMuy bien escrito.
NOTA: 8
“Dibujaba ventanas hasta en las puertas.
Pero nunca dibujó una puerta.
No quería entrar ni salir.
Sabía que no se puede.
Solamente quería ver: ver.
Dibujaba ventanas.
En todas partes.”
Buena vida.