viernes, 7 de julio de 2017

Sabrina Trappani - Ejercitación

Donde los sueños te lleven 


Una mañana al despertar de un sueño agitado, Sabrina Trappani se encontró en su cama convertida en lo que parecía ser una leona, lo cual era ilógico ya que ella siempre fue una persona más bien frágil y débil. Nunca se llevó bien con las multitudes de gente, nunca se animó a hablar en público, ni a defender su postura porque odiaba exponerse a escuchar lo que otros tuvieran para decir en caso de que pudieran dañarla. Era ridículo que ahora se viera forzada a salir de su cama con estas manos transformadas en garras que aún mantenían su largo original, con estas piernas que aún le permitían mantenerse de pie aunque se sintiese antinatural. 
Levantó a su hijo, Thomas, a quien le pareció gracioso que su madre estuviera usando unas garras como de león. Ella bromeó con soltura al respecto y lo hizo desayunar lo que su marido había preparado antes de salir. Su apetito de esa mañana le impidió comer, de alguna manera no era el mismo, lo cual fue bueno porque le hubiera sido imposible manejar los utensillos de cocina. Mandó a su hijo a vestirse mientras ella se preparaba para salir, lo cual fue un trabajo de lo más arduo. Las camisas no le cerraban y las remeras le quedaban chicas o se rompían por culpa de las garras que agujereaban todo. En el armario de su marido consiguió una remera ancha que le quedase y un pantalón holgado. En el espejo se vió más alta de lo normal, pero aún pseudo-humana. Se podía aparentar, siempre y cuando no mostrara sus manos o sus pies.  Así salió a la rutina.
 El viento que le pegaba en la cara le brindaba cierta euforia atípica. No se sentía tan cansada como todas las mañanas. De hecho, no se sentía abrumada en lo absoluto. Por el contrario, se sentía bien estar al aire libre, tenía ganas de correr. Es más, caminaba un poco más rápido que de costumbre, tanto que a su hijo le costaba seguirle el paso. 
Varias cuadras más adelante se asustó al darse cuenta de que Thomas no estaba a su lado. Giró y lo vió envuelto en los brazos de un desconocido que lo estaba raptando. En ese instante, brotó toda la cólera acumulada por tantos años, se transformó en un ser invencible y espléndido. Sus ropas se rasgaron del todo, su postura cambió drásticamente y sus colmillos apuntaban hacia su presa. Salió disparada con un salto animal en busca de su cachorro. Corrió y corrió hasta alcanzar al malhechor que estaba ultrajando a su ser más preciado. De un sopetón logró que soltara a su hijo, lo tomó por el pescuezo y  lo llevó a salvo. 
El nene no podía entender quién era esta leona que lo tenía agarrado. Lloraba a gritos pidiendo por su mamá mientras la gente gritaba horrorizada al ver a una leona en el medio de la calle. Ella hizo caso omiso al llanto de su nene y a los gritos de la multitud, estaba confiada. Al llegar a la casa, lo soltó y pasó su lomo por la mano temblorosa de Thomas. 
-¿Mamá? - dijo Thomas.
Y ella asintió cerrando sus ojos. 
Nunca antes se había sentido tan entera, tan viva, tan segura. De ahora en más iba a buscar la manera de hacerse ver y de comunicar todo aquello que tenía en su interior. Ahora sí podría ser quien siempre quiso. Abrió los ojos y se levantó de su cama, encantada de enterarse de que había estado en un sueño adentro de otro sueño. Se sentía aliviada y renovada, había nacido una nueva fuerza adentro suyo que la acompañaría por el resto de sus días.

1 comentario:

  1. Partís de una idea ingeniosa pero resulta muy difícil ver a la protagonista ya que no se hace una descripción clara de su nuevo aspecto. Esto es fundamental para entender lo que viene: reacciones de otros, sus movimientos, etc. Del mismo modo, desconcierta el final: "había estado en un sueño adentro de otro sueño", porque anula un aspecto interesante de tu cuento, que intentaras el camino alegórico y no el fantástico, como hizo la mayoría.
    Bien escrito.
    NOTA: 8

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