El Arlequín
Es Irónico como mi
gran obra fue inspirada por mi peor momento. Yo soy Frederick Johnson y hace 37
años que vi por primera vez la luz, que respire aire puro. Soy profesor de Matemáticas
en la Universidad de Buenos Aires, este trabajo me alejo de mi hogar en el Sur
del país, pero el intento de honrar la memoria de mi abuela me trajo de vuelta
a este.
El viaje se hiso eterno,
iba escuchando música en un desesperado intento de desconectarme un rato de
todo lo que estaba ocurriendo, mirando como las gotas de agua se deslizaban por
la ventana. Al llegar hubo una triste bienvenida, muchas lágrimas y más tarde
una ceremonia donde solo se podían ver colores oscuros.
Dada la razón de mi
regreso a casa, había hablado con la universidad pidiendo una semana de
licencia, para ayudar a mis padres a llevar o mover y guardar las cosas de la
abuela.
Cuando hacia esto, mi
padre me pidió que me ocupara del altillo de la casa, pero nunca se me hubiera
imaginado lo que encontré ese día allí. Al subir a este pude observar un
cuadro, perfectamente colgado en la pared, era un cuadro de lo que parecía un
payaso sonriente. Me pareció algo raro tener un cuadro tan bien cuidado, ya que
todo lo demás estaba cubierto en polvo o tapado con sabanas. Me acerque para
verlo más detenidamente y tratar de pensar cómo podía
bajarlo de donde estaba colgado, sin dañarlo, pero al acercarme unos pasos algo
mágico paso, el cuadro me hablo.
Al principio me
asuste, no podía creer que una pintura me estuviera hablando, creía que me
había vuelto loco o algo. Pero para mi sorpresa, después de varias horas de
shock y demás pude sostener una conversación con él. Me pregunto por María, así
se llamaba mi abuela, al parecer no sabía que había fallecido, pero al
enterarse de la noticia algo interesante paso, todo el cuadro cambio de
tonalidades y colores cuando este se puso triste. Por esto concluí que la
pintura cambiaba de color y tonalidades según lo que sentía, por más loco que
sonara.
A partir de ahí, todos nuestros temas de
charla parecían girar en torno a ella. El me conto varias historias y charlas
que tuvo con María. Me dijo que ella me apreciaba mucho y que me extrañaba aún
más, le explique que tenía un trabajo lejos enseñándole a jóvenes, aunque esto
me hiso sentir peor. Yo también la extrañaba y de algún modo lo que me dijo
esta obra de arte mágica me hiso entender que la había abandonado.
Me
hablo de las historias que la abuela le contaba sobre el amor que se tenían ella
y mi abuelo, sobre lo orgullosa que parecía estar de mí, etc. Pero, sobre todo,
hablando con él pude llegar a conocer más a mí abuela. Al llegar el fin de la
semana, me decidí por llevármelo conmigo, y colgarlo en la casa. Me despedí de
mis padres y de mi hermana sin decirle a nadie lo que había encontrado ese día,
tengo la esperanza de que un día, este, ayudara a mis hijos o a mis nietos a
conocerme mejor, como me ayudo a mí a estar más cerca de María.
"El Arlequin" me pareció un muy buen cuento, muy bien redactado. En verdad me conecté con la historia, o mas bien con el narrador. Me transmitió tristeza...
ResponderBorrarIván: La historia resulta inverosímil, ya que los hechos suceden y se resuelven sin que haya una lógica que sostenga la irrupción de lo sobrenatural y sin conflicto alguno.Si bien un relato fantástico rompe la lógica de lo racional, construye una nueva que, sin dar explicación, da sentido a lo sobrenatural para que aparezca como natural. Además, no lográs dar con el tono narrativo y predomina el decir. Por esto, no logra conmover ni involucrar afectivamente al lector.
ResponderBorrarRepensar qué hace que el "cómo" se cuenta sea tan importante como la historia contada. También, el título: un arlequín no es sinónimo de payaso.
Rever puntuación, párrafos, conectores, tildes.
Al editar, los párrafos deben alinearse con la herramienta "justificar".
NOTA: 5