Ahogado
El color
gris inundaba el cielo, y allá en el horizonte donde antes había habido algo
ahora no había nada, solo se escuchaba el golpe mojado contra la madera.
El pecho seco del marinero subía y bajaba
tranquilo. Estaba agotado, hambriento y tan sediento, dios cuanta sed tenia,
solo podía pensar en cuanta agua había, pero que no podía tomar ni una gota; y
en la comida de ayer a la noche, cuando todavía podía pararse y caminar o mirar
el horizonte sin miedo, y el muy idiota no se había terminado la comida. Lo que
daría ahora por comida, cualquier cosa, un pan, lo que sea.
No sabía cuánto tiempo estaría así, capaz para
siempre, pero no, no debía pensar eso, debía mantenerse positivo. Muchos habían
estado en su lugar y habían sobrevivido, hasta habían escrito libros y todo, se
imaginó escribiendo un libro que luego sería una película, y él se llenaría de
dinero y viviría bien para siempre, así nunca más tendría que volver a tocar el
océano. Además esa era una ruta marina muy circulada, seguro algún barco
mercante lo rescataría, y quien sabe, tal vez alguien de su tripulación haya sobrevivido y lo rescataron.
Ahora el cielo era de color negro y hacia un
frio descomunal, y el solo estaba con una camisa fina verde de la que colgaban
unas medallas inservibles, ¿de qué le servían esas medallas ahora? Pensó, no
las puedo comer, son títulos estúpidos que cuando uno está solo no sirven de
nada.
Por suerte no estaba completamente perdido,
tenía un farol que colgaba de un gancho, la llama de la vela era fuerte e
incandescente, el marinero quedaba hipnotizado mirándola, seguro lo rescatarían
antes de que se apagara, no debía dejar de estar positivo, su mente no debía
irse a bailar con la luna, la mente es todo, si la mente se pierde el cuerpo se
pierde le decía siempre su padre, estaba orgulloso de su hijo, de todas sus
hazañas y las medallas, que ahora le resultaban tan inútiles, que había ganado
por ellas. No debía perder la mente, comenzaba a tener miedo de pasar días y
días en esa nada absoluta y terminar volviéndose loco y comenzar a hablar con
el aire, ¿qué hacía pensando eso?, mejor se iba a dormir, cerró los ojos y se
quedó profundamente dormido. No soñó nada.
Se despertó con más hambre todavía, pero no
había nada que pudiera hacer.
La llama del farol seguía prendida, pero ya
sin tanta fuerza, la vela se había consumido un poco, pero no podía apagarla
porque no tenía forma de volver a prenderla. Quedaría completamente en la nada,
mirando las estrellas. Dejo de preocuparse por eso al séptimo día, solo podía
pensar en el ardor de su cuerpo todo quemado por el sol, las ampollas le
impregnaban el cuerpo y el hambre se había convertido en un vacío tan grande en
su estómago, tan vacío como el horizonte. A veces se fijaba a ver si en esa
nada aparecía algo, pero ya al décimo día dejo de hacerlo, solo se quedaba
tirado y de vez en cuando le escupía alguna palabra al viento. En todos esos
días no hubo rastro alguno de un barco, tal vez estaba equivocado y no estaba
en ninguna ruta, sino que estaba en medio de una nada.
La vela ya
daba pena, quedaba apenas un trozo, lo demás estaba derretido y manchaba todo
el farol.
Ya no sabía cuantos días habían pasado, no
se acordaba su nombre ni como había terminado así, la vela ya no existía, lo sabía
por qué no podía ver nada, era completamente de noche. Tenía la boca llena de
astillas no sabía por qué, solo podía sentir como el bajaba y de repente una humedad
comenzaba a subir, primero lo sintió en sus piernas, luego en el pecho, en los
hombros, en el cuello, en la pera y ya no vio más.
El cuento es muy duro y lleva una gran utilidad del extrañamiento, como por ejemplo, el farol que representa la vida del marinero que poco a poco de va apagando hasta que muere al final, justo como dice el título, ahogado.
ResponderBorrarLa narración atrae demasiado al lector para seguir leyendo.
Tomás
BorrarNicolás: planteás una idea sencilla y clara, que podría ser un cuento muy bueno, pero en la que los hechos resultan muy previsibles pues desde el título sabemos cómo termina, y pierden interés. El símbolo de la luz está bien pensado pero es inverosímil que una vela (y en altamar) dure esa cantidad de tiempo; tampoco convence la voz del naúfrago que no da cuenta del deterioro que va sufriendo. ¿Cómo cae al agua?
ResponderBorrarLa estructura interna del texto escrito, el hilo que conduce el significado central, el patrón lógico de las ideas, se mantiene a lo largo del relato, aunque no siempre funcionan las conexiones entre una idea y otra.
Rever vocabulario (escaso y repetitivo), puntuación, párrafos, tiempos verbales, conectores.
Al editar, los párrafos deben alinearse con la herramienta "justificar".
NOTA: 6-