El Vestido
Corrí y corrí. Veía cómo todas aquellas enormes casas, pasaban y pasaban y pasaban. Era tan rápido que sentía que me alejaba impulsada por un cohete. Allí, ahora tan lejos de mi, estaba el viejo edificio con asientos largos de madera, ventanales y esa gran, ahora pequeñita, campana.
Pare. Ya en la plaza subí a la hamaca y pude apreciar la hermosa y suave tela blanca que estaba sobre mis piernas. No puedo creer que esta belleza de vestido sea usado en esta imperdonable y tan horrible ¡acción! Estoy ¡furiosa!. Y Soledad me lo había advertido: Valen, va a pasar quieras o no, así es la vida…
Yo supuse que todo lo que imaginaba era eso, imaginación. Ahora me doy cuenta que muchas veces por pensar algo, sucede. Si, es eso, pensar mucho hace que las cosas se hagan realidad. ¡Que se muera! ¡Que se muera! ¡Qué se muera!
Volví a correr, era tan pesado aquel maniquí, que decidí tirarlo. Pisando fuerte, todavía me retumban las palabras de Soledad en mis oídos, como si no supiera que estos gigantes tachos verdes hay que abrirlos pisando la palanca de abajo. Se abrió con un ruido a chapas sueltas y con fuerza lo pude tirar. El estruendo fue peor al soltar la palanca. Volví a correr, ahora en dirección a la casa de Soledad. Entre por el fondo, por aquel agujero en el alambrado. Me di cuenta que todavía pasaba, desde mis 5 años que siempre lo usamos para entrar y salir sin que nos vieran.
-Valen, ¿que haces? ¿y ese vestido?-No te atrevas a preguntar Sole, sabes bien que odio todo esto
-Pero no puede ser, subamos a mi cuarto
Ni lo dude, Sole es mi amiga, me iba a entender, no creo que a esta altura rompa una amistad de años. En el dormitorio, por la cara que tenía Sole, empecé a dudar que ella me apoyaría sin poner condiciones.
-No puedo creer, es una belleza este vestido, es muy suave, mira la puntilla que tiene.-No me importa Sole, ¡Que se muera! ¡Qué se muera!
-¡Para Valen! solo te estoy hablando del vestido.
Me imaginaba que quería cambiar de tema o quizá convencerme de que lo que estaba haciendo, era pésimo. Yo no iba a esquivar mi objetivo: el vestido no lo devuelvo.
-¿Que pensas hacer? - dijo Soledad con un gesto de preocupación pero con cierta claridad en su voz, ya que conocía a Valentina desde hacía mucho.-Lo voy a quemar. Listo, no me digas nada - tiró el vestido y lo pisó con fuerza.
Baje corriendo, ahora sí, segura de que Sole seria mi complice. Fuimos al quincho, Sole me dio el alcohol y solo me dijo: los fósforos yo no te los alcanzo, ¡agarralos vos!
Volví a casa. No había nadie, ¿sería que mi imaginación se había vuelto realidad?
Sonó el celular, y tan pronto escuche la primera palabra me percate que mi imaginación no había hecho su trabajo.
-Valen, ¿como estas?-Bien mamá - contestó mirándose el pelo que tenía entre sus manos.
-Estoy ¡Feliz!, ¡Muy feliz! ¿Queres saber por qué? - la cara de Valentina se desfiguró
-mmmm - esbozó de forma sorprendida
-Me llamaron de la casa antigua de modas, esa que está al otro lado de la plaza, y como se robaron el vestido de novia que iba a comprar, me ofrecieron otro, que lo tengo en mis manos, ¡es mucho mas lindo! ¡Es precioso!
El ave María comenzó a sonar, todos se pusieron de pie. Desde el fondo vi a mi madre besando a Carlos.
Luna: la idea es ingeniosa y la protagonista convence tanto como su accionar que genera un interés creciente hasta conocer la causa que lo origina. El relato podría ser excelente si omitieras explicaciones innecesarias y detalles que entorpecen un ritmo que debe ser tan acelerado como la carrera de Valentina.
ResponderBorrarNo es coherente que aparezca de golpe el maniquí (incluso que cargue con él), que regrese a su casa en busca de fósforos (otra demora molesta. Hubiera sido suficiente que el teléfono sonara cuando está a punto de que quemar, o ya quemándose, el vestido), ni que la madre explique cuál es la tienda y dónde se ubica. También, incoherencias en la voz narrativa, que pasa de primera a tercera en un par de ocasiones.
Rever puntuación y construcción del discurso directo.
NOTA: 6,50
Al publicar, siempre se deben justificar los párrafos para que queden correctamente alineados.
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